martes, 14 de septiembre de 2010

Gran aislado (infierno)

Cada quien vive su infierno como le apetece, el mío decidí avivarlo con licor, música, cigarrillo y mujeres pasajeras. En días como ayer el infierno tomó forma y casi me mata, parecía una ola de odio, tenia brazos de rencor, unos cuantos colmillos hechos de botellas quebradas de cerveza y el mismo reflejo particular de las pesadillas hechas por Stephen King en tantos de sus libros que al final se estaban convirtiendo en lo mismo. (a los clásicos es a lo que me refiero). Soñaba con que algún día alguien me rescatara de tanto invento imaginativo y perpetrara una venganza humilde pero salvaje contra ese monstruo de varias cabezas que definía mis noches como una simple ruleta de torturas.
En el infierno conocí a varios que lo vivían de una forma similar a la mía. En tardes como la de hace dos días nos sentábamos a montar escenarios alternativos que nos permitieran acabar con ese infierno momentáneamente o difícilmente controlarlo. Porque en estas instancias casi lejanas encontré personas que aun podían comprender lo que es ser un aislado. Somos una raza extraña que nos dejamos llevar por nuestras peleas internas, nuestros demonios tienen dos cabezas que pelean entre sí. Imagina el lago que destaca el color de mi corazón lleno de monstruos de dos cabezas que no se controlan.
Las tardes pasaban como las mañanas, llenas de cervezas y unas cuantas canciones que a capela nos recordaban por que la diferencia nos unía. Somos seres diferentes a los demás, a estos simios entrenados que mueren por fingir ser mejor que los demás, esos que piensan que una manilla trasnochada los hace únicos. Somos la raza que sobrevive entre montañas que se crearon alrededor de un gastado corazón. hay una ruta difícil hasta el cerebro y muere felizmente cuando tomamos largos tragos del licor que nos mueve.
Cada quien vive su infierno como le apetece porque en otras circunstancias hubiésemos sido los mismos, no cambiaríamos nada, no dejaríamos que la próxima estación nos llamara la atención. Allí en ese infierno, allí en esas escalas gastadas, allí en esas playas grises que dejaban morir nuestros malos recuerdos por instantes, allí mismo sobreviví.