Las suaves notas golpeaban la orilla de mis recuerdos. Los primeros indicios, el contacto previo, la salida fácil y el momento indicado caían en forma de atardecer, solo hay uno por día y estoy agradecido por esto. Las 9:21 de la mañana me ubicaban en las 3:09 de una tarde, una madrugada o tal vez una noche, que me decía cínicamente que lo que pasaba era lo que más adelante me mataría por dentro. “No hay un lugar para mi, para ti” Solo rebotaba en mi cabeza esta canción, podrían pasar años y siempre estaría ahí.
La memoria fotográfica funciona cuando menos la necesito, cuando estoy lejos y mis pensamientos me llevan a su imagen en marco de madera tallada. Se ve tan hermosa como el anuncio de cerveza frente a mí, debo hacer la comparación porque ella es la razón para esta temprana tertulia acompañada por licor.
Nota: Los recuerdos están en tungsteno porque la hipotermia era compartida, las luces urbanas se veían azules y la neblina adornaba mi panorama.
Se puede decir que, de algunos que he leído, es mi favorito.
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