martes, 4 de octubre de 2011

Mugrosos Hippies

“Sí no puedes limpiar el jodido jardín, mejor no vuelvas, payaso” Decía con aquel cinismo mientras servía otra ronda a sus jodidos amigos. Era noche de ron blanco, lo detesto por la asociación que hice entre los simios entrenados en la sala los miércoles en la noche y el olor a droga de hippie. La sala se invadía de historias sobre viajes con yahé, encuentros sexuales en algún pueblo mugroso y ridículos proyectos sobre la fabricación de mochilas y manillas, que obviamente debían ser una mierda. Era un espacio que en esencia solía oler a cigarrillo y tal vez se mezclaba con su esencia, la cual asumo que se repartía por el aire al salir de la ducha. No estoy seguro en qué momento quise imaginar a estos hippies, estos pseudo intelectuales, estos pedazos de tela psicodélica emanante de aromas a transporte público (es decir a excremento y aromatizador en forma de Pino) intentando atacarme como si fuesen descompuestos arreglos florales disfrazados de zombies. Estoy seguro que en cuanto llegó ese pensamiento, tuve que sacar mi artefacto mata-hippies y comenzar la masacre. Veía sus cabezas derramando flores al volar por el espacio reducido de la sala al ritmo de alguna canción de The haunted o In flames.

“Sí no sacas la basura mejor no vuelvas, payaso” me dijo ella al verme elevado sentado en el sofá. “con gusto la sacaré, déjame empacarla primero” dije yo saboreando los limites de mi imaginación.

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