domingo, 8 de mayo de 2011

Mom

Imagine a mamá en sus primeros años contemplando algo que no podía ser lo mismo pero lo imitaba bastante bien. Era una especie de blanco con un tanto de gris; imagino que sintió frio y que la vista no era muy reconfortante al saber que debía recorrer el estrecho que se rodeaba de plantas inciertas. Desearía ser tan fuerte como lo es ella, debí ser un guerrero en otra vida porque en esta soy un puto cobarde. La música no ayuda, solo permanezco en esta posición, como una vieja ficha de ajedrez que se perdió del juego hace un tiempo. La analogía nunca fue mi fuerte, ni tampoco enfrentar el problema. Yo, como ficha de ajedrez gastada, dejo que poco a poco se derrita la pintura, que las etapas de trabajo que se invirtió en mi se desgasten y que todo se lo lleve la lluvia de 4:32 a.m. Conservo el silencio, la calma por fuera y el infierno por dentro. Los zapatos mojados, la camiseta pesa un poco, el cigarrillo aun no se acaba, el trago puede estar en la cantidad necesaria, nadie me busca, a nadie le importa, a todos les huyo, no enfrento consecuencias, me dejo llevar, se balancea un poco mi cuerpo como la vieja silla mecedora de mi abuela entre el olor a ron y las pesadas gotas que ahora caen. Decidí imaginar un mundo diferente para ella, uno en el que no existiera la música ni la presencia de esta torre gastada de ajedrez, de ese juego de ajedrez que termino hace mucho, el que decidí abandonar porque eso es lo que hago mejor. Imagine que otra persona tuvo las oportunidades de dar con una buena familia, con una mujer que se tragaba el miedo y luchaba contra obstáculos tan difíciles como la perdida y la pobreza; como lo ha de ser la miseria absoluta y una navidad con un par de medias como único regalo. Decidí existir en el mundo perfecto de mamá, en los cálidos domingos en un parque. Cambiaría las esquinas y los bordes del papel en que escribieron su historia, le daría un protagónico y unas cuantas oportunidades. Bajo la lluvia todo es posible, deje que me negaran la vida o que simplemente no fuese mi tiempo aun. La imagine como una escritora famosa en parís y recordé que siempre me cautivaron sus historias acerca de una vida tormentosa, una vida de mierda llena de problemas y de envidias, de brujas reales, de duendes que se escondían en la oscuridad mientras tiraban la típica piedra para hacer caer. Recordé que siempre que me contaba esas historias se le escapaban sonrisas y esa pasión para contarlas me parece única, aun conservo esas historias solamente para mí. La imagine a bordo de un tren recorriendo Europa, haciendo escalas para tomar un café, dejando que su imaginación se alimentara de nuevas diapositivas, de extraños bosques que no dejan detalle al azar, de personas que suben y bajan en cada parada, del vagón solitario, del tipo que pregunta si quiere algo del carro de postres; lejos de aquí. La vi disfrutando de un amanecer o de una noche que parecía sonreírle o fingir que sonreía, porque en todos lados hay hipocresía y hasta donde sé también se filtra. La sala de espera esta casi vacía a las 2:48 a.m. solo el tipo de las patillas mal cortadas y la mujer de sombrero rojo leen revistas. Afuera llueve, alguien debe estar pasando esta madrugada como la peor de su vida. Mamá disfruta de un café y observa detalles en la pared. Si la próxima etapa estuviese planeada no tendría gracia, debe ser de la nada y del todo, estar en un noviembre, en ese mes que no es necesario poner lucecitas pero sin embargo lo hacen. Busco un trago mas, enciendo otro cigarrillo y espero que mamá duerma tranquila y que pueda imaginar esa vida sin la sombra que mira detalles bajo la lluvia de 4:33 a.m.

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