miércoles, 28 de abril de 2010
Sangre en mi café.
La lluvia comienza a caer como adivinando el cliché del que siempre hablo, como si quisiera ser observada, como si me hiciera sentir único aunque sea la misma con todos. Algunas gotas se dibujan en el vidrio, unas caen en ese Cristo algo gastado, no entiendo las esperanzas ni lo que suena en al radio, porque según dicen este pueblo es como el café del tipo que habla. Por lo menos en mi taza no puede haber una historia de sangre, muerte, violencia, delincuencia, secuestro, extorsión, mentira e indiferencia. Porque somos sensibles al no pasar a un jodido mundial, pero somos insensibles al ver a la señora de la silla de ruedas que intenta cruzar la calle (el muy hijo de puta hace sonar el claxon del vehículo) Nos preocupa mas saber si en las noches habrá otra cerveza o un buen cigarrillo, o varios supuestos que dicen ser amigos. Me veo obligado a dejar la lluvia atrás porque el maldito sol comienza su hora de trabajo.
Aquí solo se ven camisetas con frases alusivas a movimientos políticos, en dos años se verá la misma foto pero con diferente lema: &!$/ª* Paramilitar. Aquí solo buscan a alguien para crucificar y en el mejor de los casos, alguien a quien echarle la culpa de la puta mosca en la jodida sopa fría. “los colombianos son como mi café” ¿en que estabamos pensando?
domingo, 25 de abril de 2010
tarde
Continúo caminando porque la muerte lenta de una autoestima joven no es de mi agrado. No me gusta la lluvia mediocre, me gusta esa lluvia que tiene carácter y que deja entrar el frio como una buena cerveza a las 2:09 de una tarde de domingo. El sol puede ser tan mediocre como desee, puede esconderse bajo las nubes y quedarse allí cuanto tiempo sea necesario, puede ser opacado por hermosas nueves grises que varían en tono. Ese sol puede suicidarse si eso necesita el día para no ser patético. Tal vez el del error soy yo y los demás tienen la razón, tal vez todo lo veo al revés y los simios entrenados tienen la razón encerrados en sus pequeñas burbujas de basura caliente. Tal vez la solución este en ser como ellos, o tal vez ese pequeño de medias verdes y guantes gastados fallo el tiro con intención, tal vez la cerveza a esta hora del día no sea recomendable y tal vez, solo tal vez la estupidez llego a un punto que compara la mediocridad con el deseo de verla una vez mas. Es solo una suposición, siempre pensaré que la bolsa de basura que esta en la cabeza del simio entrenado no puede con la razón porque no la manejaría de la forma incorrecta (si, dije incorrecta) y se que los pensamientos de la tarde de un domingo son solo sandeces escritas en una hoja de papel sin dueño. Solo espero guardar la cerveza y tomarla cuando la canción adecuada este presente, solo quiero la música de algo que no sea este lugar, solo unas cuantas notas que alivien el nudo de la espalda. Necesito perder una cuantas neuronas o distraerlas, solo perder la noción de lo que pasa y concentrarme solo en la lluvia.
jueves, 22 de abril de 2010
calle
miércoles, 21 de abril de 2010
Manzana Verde
Esos tiempos parecían tener su propio aroma, su propia esencia. Parecía oler a manzana verde y el aire pretendía ser más frio. Esto era de otro tiempo, la ropa se reemplazaba por sabanas que guardaban sus restos. Yo estoy en el asiento trasero de un bus a medio llenar, el tipo de al lado huele a la sección de frutas de un supermercado y no para de reír por la estúpida película que presentan. Luego de unas horas solo queda el sonido de la carretera, el bus avanza rápido y tratar de dormir es imposible. El frio de mis pies me recuerda ciertos días, ciertas semanas y ciertos parques. Mis zapatos se mojan y ella me pasa la toalla. Las luces de la ciudad se apagan una a una, como lo que era yo, como lo que fui en tiempos que olían a manzana verde.
martes, 20 de abril de 2010
Episodio 1 Héroes de Papel: Thomas y los frijoles con garra…Pensamiento Interno Publico, todos los cambios permitidos.
Nunca pude ver un amanecer completo porque siempre me distraje agarrando el siguiente trago. Nunca vi una pelea entre mujeres que no tuviera pelos agarrados. Nunca sonreí mientras alguien era humillado. Nunca tome venganza. Nunca pensé verme al espejo y encontrar algo diferente. Nunca pensé ver el iris de tu ojo derecho amplificarse en formas precolombinas, en laberintos que me tragaban como un simple ratoncillo de laboratorio.
lunes, 19 de abril de 2010
Serie thomas y los frijoles... con garra (¿quien tiene la cuenta?)
Mi padre no tiene con quien ir a ver futbol, mamá trata de mostrar interés. En las tardes calurosas el tiempo pasa lento y es imposible de aprovechar. Las únicas que me gustan son las que se llenan de conversaciones inútiles con personas útiles, las que llegan con cerveza fría, y la sombra acompañada de una buena silla. No admiro el paisaje porque esta lleno de esa pandemia llamada gente. Desde siempre he sido el de la desventaja y el subestimado; he tenido oportunidades, he desaprovechado y he tomado algunos caminos fáciles. Alguna vez decidí que no podía con la causa y deje que el golpe diera donde mas duele. Si pudiese hablar con ese chico de nueve años que solía encerrarse en el armario, ese de cabello un tanto castaño, de ojos apagados, de sonrisa aun incorruptible; le diría que se enfrentara, que no hay nada peor que vivir con el ser un cobarde por no dar el siguiente paso, por quedarse atrás, por dejar que el imbécil que es mas grande te de un merecido bien merecido. ¿Pero que tan fácil es el momento? ¿Qué tanto se puede aprovechar? ¿Cuándo esta dicho que yo conozco las respuestas? ¿Quién le puede hacer caso a un pobre tipo que dejo sus aspiraciones para convertirlas en noches vacías, noches que pasan como si estuviese dormido? Porque a veces me da lo mismo, y se que si ese chico de nueve años pudiese hablarme, me diría que si esta es la vida que escogí ¿Por qué demonios no apreté el gatillo cuando aun tenia valor?
domingo, 18 de abril de 2010
Episodio 3.0 Héroes de Papel: Thomas y los frijoles con garra…Ilusiones de la fila.
viernes, 16 de abril de 2010
Tarro de Mariposas
Ella perdió sus mariposas en algún lugar, su estomago las dejo volar pero su imaginación aun las acompaña a ciertos puntos. En mi rodilla izquierda se posa una, puede ser que esté perdida o sus alas color naranja con negro y algún amarillo estén cansadas. Mi cerveza la conservo porque se que el alcohol no puede sacarle información sobre ella, el humo del cigarrillo parece molestarla, estira sus alas solo para mostrar sus colores reflejados en mis lentes. Debe haber al menos mil seres a mí alrededor pero solo uno capta mi atención. La mariposa no puede decirme nada, creo que hicieron un pacto de silencio. Entre ella y la mariposa, la prefiero a ella, su cabello puede ser más suave y sus alas cortadas le lucen más que a la mariposa. No creo que se estanque, su imaginación puede estar en cualquier lugar, en algunas lagunas del sur, en lagos pasivos de un bosque frio o en la rodilla de algún bebedor de cerveza a las 3:43 de una tarde de abril.
El cliché nos llena de paisajes, de largas autopistas que no apuntan más que a un mediocre y lento progreso que no hace honor a su significado. De ahí su fascinación por viajar, por estar lejos, por ver lo que otros pasan de largo, lo que algunos dejaron atrás y para ella son tesoros. La palabra “tesoro” no me gusta ni me sienta, es poco descriptiva, llena de baúles de oro, piratas con loros en los hombros y patas de palo adornando una playa. En el extremo hay una de ellas, una que ha visto varios lugares tipo Caribe; las aguas a veces son azules y otras son sucias como la conciencia del que narra. En lugares como este, el sol puede dar nuevos colores a sus alas, sus tonalidades hacen que se pierda la vista o simplemente distraen, ¿pero quien demonios quiere mirar una mariposa? Hay dos razones y ella las explica con tal convicción que me asusta pensar que pueda sentir algo más allá de las líneas que planea suavemente en mi imaginación. Ambas se cruzan, algunos colores son diferentes, rojo para el obvio, azul oscuro para el frio, naranja para los cordones sueltos y las alas reparadas con cinta blanca son transparentes. Pequeñas formas se deleitan encontrándose en su interior, yo solo observo, no bailo ni animo, soy el de la silla del lado, solo observo como espectador inquieto por dentro pero muerto por fuera, a veces se presenta de manera contraria.
Sobre la cama esta ella, sus ojos me recuerdan una vieja fascinación por la cual nunca he podido amar a otra persona, son de un tono casi oscuro, como aquella de las que pude pedir prestada y me mostro un lugar frio, con goteras permanentes que podían quedarse en sus alas amplificando formas que no son de primera vista, formas detalladas de lo que pueden ser recuerdos dolorosos de tardes de noviembre o el mes que sigue que pareciera ser eterno. Unas cuantas cervezas (estas en botellas) están enterradas en el fango, las lagrimas ya se confundieron con el gris entorno, las alas se detuvieron por un rato pero ya es hora de partir. Yo estuve encerrado en ese tarro que contenía recuerdos, me mataba saber que otros estuvieron allí y que algún día yo seria otra con alas cortadas agonizando en el piso.
Ella me pidió que no las tocara, que podrían estar por allí pero no eran mías, que yo carecía de la gracia que rodeaba la habitación y que las ratas aun devoraban las tablas salidas del techo de mi mal puesto corazón. El ambiente, la cama y el tarro poseían sus secuelas, las mismas que hacían ver mi trazo como una estúpida línea escrita con los pies. Partes de su esencia viajaban sobre lo que me rodeaba, se asemejaba al humo del cigarrillo pero más especifico y seguro. Las alas no se soltaban y la música paraba cuando el tarro se cerraba.
Esta lleno de colores, aromas, muertes un tanto ridículas y otras menos convincentes. De lugares desiertos y tonos pálidos, todos son nocturnos, era su petición, el amanecer nunca estuvo disponible. Dos de ellas siempre están arriba, al lado derecho porque estoy mal ubicado e imagino que mi corazón se equivoca y no pide disculpas, solo deja unas cuantas alas color naranja y azul que lo incitan a salir de la vieja lata vacía de cerveza.
No duermo pensando en ella, de hecho sueño con una conversación que nunca existió más que en mi cabeza llena de trapos, música de fondo y vacías latas de cerveza aplastadas. En días oscuros y lluviosos me visitaban, era nuestra costumbre quedarnos en silencio y nunca intercambiar palabras o frases de cortesía. Era su forma de decirme que no me abandonó y que de alguna manera o muchas ella era parte de mí, pero para ella yo era otra lata más que no encajaba en el tarro de mariposas.