jueves, 22 de abril de 2010

calle

El ultimo cigarrillo se acabó y no podía evitar pensar en los siguientes 300 pesos que debía conseguir para el siguiente. Aun con la esperanza que el humo se lleve mis pensamientos lo intento y llega uno nuevo. Los carros pueden pasar con indiferencia y el andén se llena de una especie de monos amaestrados que se definen como peatones. Recordé que en algún momento habíamos compartido una cerveza con sal y limón, que los autos habían pasado indiferentes a nuestro lado y que el humo de mi cigarrillo también se pudo llevar algunos nudos de su garganta y pensamientos de mi cabeza. La cerveza estaba en su punto y la noche caía de forma calurosa sobre lo que debía ser una calle llena de alegría confundida con embriaguez. Ella me pregunta algo tan típico como la experiencia, como la calle, como el tipo del carrito de dulces que cobra el doble; como los monos del zoológico, como la maestra que dice que las formas de un triangulo equilátero equivalen a la mierda que lleva en la cabeza. Su fuerte no eran las matemáticas, ni la física, ni la literatura, pero sus ilustraciones parecían viajar a través de túneles directos. Las formas se complementaban o simplemente existían o no. Yo deje en el pasado algunas cosas pero no a ella, yo estuve en el punto que tenía retorno y lo transforme en lo contrario, yo pude recuperarla pero ella se sentía demasiado mal para seguir y mi orgullo se trago eso como una forma de defensa que aun me duele.

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