miércoles, 28 de abril de 2010

Sangre en mi café.

El bus se intenta mover por una transitada vía llena de destartalados aparatos que no pueden ser llamados transporte masivo, pero sin embargo cumplen esa función. La radio no deja más que la voz de un tipo que detesta su trabajo y alguien que expresa su humilde opinión sobre las próximas elecciones. Hay algunas cosas que no comprendo, el pueblo dice necesitar un cambio, una nueva dirección, dicen que la violencia los tiene cansados y que la inseguridad les restringe las alas cortadas. Lo que siento es que todos necesitan alguien a quien crucificar, alguien a quien culpar por sus problemas, alguien que no sea cercano para poder decir que el café esta frio por ese hijo de puta que gobierna. En la marcha solo veo una imagen y es la de un Cristo incrustado en un vidrio, es algo fluorescente y con muchas huellas dactilares, imagino que todo líder tiene su calvario, su corona de espinas y un pueblo que lo traicionará cuando tome una decisión que no le guste. Aquí la conveniencia esta en el ADN y nacen con nosotros el bien individual y los ideales de papel en escala pequeña, mediana y grande. Los deseos e ilusiones se guardan en el día y despiertan en la noche como esos recuerdos dolorosos de un trágico día que rodea nuestra existencia. Porque jamás estaremos satisfechos con las decisiones tomadas, las balas gastadas, los muertos cubiertos por sabanas, las bolsas para cadáveres que son reemplazadas por bolsas para basura o la simple tercera cucharada de azúcar en el café de la mañana.
La lluvia comienza a caer como adivinando el cliché del que siempre hablo, como si quisiera ser observada, como si me hiciera sentir único aunque sea la misma con todos. Algunas gotas se dibujan en el vidrio, unas caen en ese Cristo algo gastado, no entiendo las esperanzas ni lo que suena en al radio, porque según dicen este pueblo es como el café del tipo que habla. Por lo menos en mi taza no puede haber una historia de sangre, muerte, violencia, delincuencia, secuestro, extorsión, mentira e indiferencia. Porque somos sensibles al no pasar a un jodido mundial, pero somos insensibles al ver a la señora de la silla de ruedas que intenta cruzar la calle (el muy hijo de puta hace sonar el claxon del vehículo) Nos preocupa mas saber si en las noches habrá otra cerveza o un buen cigarrillo, o varios supuestos que dicen ser amigos. Me veo obligado a dejar la lluvia atrás porque el maldito sol comienza su hora de trabajo.
Aquí solo se ven camisetas con frases alusivas a movimientos políticos, en dos años se verá la misma foto pero con diferente lema: &!$/ª* Paramilitar. Aquí solo buscan a alguien para crucificar y en el mejor de los casos, alguien a quien echarle la culpa de la puta mosca en la jodida sopa fría. “los colombianos son como mi café” ¿en que estabamos pensando?

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